domingo, octubre 28, 2007

Mercado de ganados, mercadeo en estado puro

Esta noche de sábado acabó en el Mercado de Ganados de Grado. A las 5 de la mañana mi amigo Armando tenía que bajar su yegua y su potro a la villa moscona para venderlas. Sólo hay un mercado de estas características al año en Grado. Así que si no quiere volver con la yegua andando tendrá que ser hábil en la venta.

La yegua, en marzo de este año, cuando la bajó del monte
La venta del potro estaba casi garantizada. Sólo había que obtener un buen precio. Y es que los potros se destinan a carne y sólo necesitan estar bien alimentados para venderse. En cambio, si se quiere vender una yegua para cría, ésta ha de tener "hechura". Vamos, imagen. Una yegua de crianza tiene que dar buenos potros para luego venderlos como carne. La yegua de mi amigo, la verdad, tenía buena pinta comparada con el resto de lo que allí podía verse.

Para conseguir una buena presencia es conveniente bajar los animales del monte a los prados un tiempo antes del mercado. En el monte los animales sufren más porque el pasto es de peor calidad y escasea. Cuando un animal presenta un pelo brillante significa que está en plenitud.

Todo era nuevo para mí. Por eso fui. Quería ver eso. Mercado en estado puro. Y allí estaba, rodeado de caballos, yeguas, potros, potrillos y burros varios.

El edificio del mercado de ganados de Grado es circular. En círculos concéntricos se sitúan los animales. Entre ellos, sus dueños y los tratantes negocian el precio del animal. Se miran dentaduras, se mueve al animal, se pregunta edad, alimentación... Y también se recurre a la "guerra psicológica" para obtener el mejor precio.

El potro de mi amigo atrajo la atención de un tratante foráneo. Debía ser castellano por su leísmo descarado. Las pintas del tratante eran dignas de traer a este blog. Pelo entrecano peinado hacia atrás, rasgos calés, alto, fuerte y ancho. Pañolín de topos blancos sobre negro atado al cuello. Camisa desabotonada hasta el esternón (pese al intenso frío y la humedad). Una cadena de oro y un mondadientes pegado al labio. El palillo subía y bajaba conforme ofrecía precios y presionaba para que mi amigo y su padre soltaran el potro por el precio que les ofrecía.

El potro, con pocas semanas, tras bajar del monte en marzo

El argumento básico en estas transacciones es el tiempo. El que vende sólo tiene un día y el que compra tiene otros mercados donde ir. Si no quieres volver con los animales, lo que implica un gasto extra hasta el siguiente mercado y, por tanto, pérdidas, tienes que saber aguantar lo justo y vender en el momento apropiado.

El tratante castellano decía que había venido a Grado a por dos o tres potros. Que los quería para carne y que se iría enseguida. Si no andas muy ducho, puedes caer en su artimaña. Los tratantes, por lo visto allí, son muy locuaces. No suelen mirar a los ojos. Repiten varias veces su precio. Miran con desdén al potro o reconocen la buena presencia del mismo para acto seguido, decir: como este... hay muchos aquí.

Como coméntabamos Armando y yo, si no te gustara el potro no pasarías por aquí cada 15 minutos. Pero las visitas periódicas forman parte también del juego. Porque, ¿cuál será la última? Así se lo dejaba caer el castellano al ganadero de nuestra izquierda. "Que me voy a ir y te vas a quedar con el potro ahí". Suele haber mucha retranca en todos los comentarios. "Ya volverá", decíamos.

Entorno a un tratante y un propietario negociando se arremolinan otros tratantes y ganaderos; así como curiosos. Unos van a favor del tratante: "Que te está dando buen precio". Otros del ganadero: "Suelta más que es buen potro". El trato termina cuando entre las dos partes se dan la mano. No hay contrato alguno. No hay papeles de por medio. O yo, al menos, no los vi. Quizás por eso, algunos de los allí presentes lucían en su cara la marca del ojo a la funerala.

Lo más llamativo eran los ganaderos gitanos. Como dicen en "Cerdos y Diamantes" a los gitanos no hay quien les entienda. Y como también decían en esa película uno no sabe si es para liarte y obtener un mejor trato o porque hablan así.

Un factor importante es estar donde tus animales. Había un montón de caballos que atraían la atención de los tratantes pero la respuesta que recibían a sus preguntas era: "esos no son míos". Y si quieres vender, tienes que estar allí. Sí, de pie. Papando frío, empapándote con la humedad ambiente. Atento al movimiento de los animales, sus patas traseras, los potrillos nerviosos... En la espera hay conversaciones entre los ganaderos, preguntas, respuestas, puestas en común...

Cuando marché, muerto de sueño, habían vendido el potro al tratante castellano por un buen precio. La yegua, por el contrario, había recibido ofertas de otro tratante, pero muy, muy bajas. Para venderla tuvieron que esperar hasta las 12 del mediodía. Un tratante menos madrugador les ofreció lo que pedían; así que apretón de manos y "de aquí en un año" "y que lo veamos".

Sigo pensando...

Los tres anuncios de ayer son:
"Laura y/o Juan" del Volkswagen Polo
"Juanes" de Nokia N-series
"Invito yo, paga mamá" de Telepizza

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