lunes, diciembre 31, 2007

La Iglesia, mejor marca

Hablan de la Coca Cola como la mejor marca de la historia de la humanidad. No diré yo que no. Pero... ¿qué mejor marca que la Iglesia Cristiana? Por inventar inventó hasta la palabra propaganda. Ahí lleva 2000 años desde su fundación como humilde y modesta sociedad limitada. Cada socio, 12 en total, siguieron los consejos del fundador, fallecido trágicamente, y se fueron a crear delegaciones en otras tierras. La Iglesia es un claro ejemplo de internacionalización de marca, no así de primera multinacional. Porque de multinacionales y sedes saben mucho los fenicios y los griegos que tenían una mujer u hombre en cada puerto.

El chiringuito crecía y los socios mantenían frecuentes contactos epistolares con sus clientes, entre los que se encontraban los corintios, los romanos, los capadocios... Clientes todos ellos que habían adquirido el producto, se habían ilusionado con la marca, pero como era NISU todos los colegas del foro se mofaban de ellos. Y es que el cristianimo era considerada una marca propia de las catacumbas, lo más bajo y oscuro de las ciudades romanas. Los clientes de esta empresa eran un poco tétricos, en el fondo eran gente normal, pero la presión social les hacía esconderse y organizar quedadas en lugares poco frecuentados.

El CEO de la compañía era San Pedro, un hombre al que le costó aceptar el puesto. Llegó, incluso, a traicionar al fundador cuando este había muerto. Pelillos a la mar, San Pedro, desde la sede central en Roma dirigía la expansión de la empresa y el fortalecimiento de la marca.

Toda marca que se precie ha de tener un logo, una imagen que la distinga de las demás. Un símbolo gráfico que, además, sea fácil de hacer y de recordar. La empresa convocó un concurso de ideas para elegir el que sería su logo. El ganador fue un romano habilidoso con el cincel. Libero Manus se llamaba. El día de la presentación de la imagen, Libero Manus estaba algo nervioso. Tenía ante sí, nada más y nada menos que al CEO de la compañía. A la derecha de San Pedro, Santiago, encargado de la expansión del negocio por Hispania. Un mercado en expansión donde toda empresa que se precie debe tener, al menos una representación. Hispania era un lugar importante. Sin ir más lejos, con el tiempo, fue desde ahí donde lanzaron la mayor ampliación de la compañía. Una arriesgada jugada que permitió abrir nuevos mercados para la marca. Y es que ser los primeros en llegar siempre ha sido muy importante para cualquier empresa. Libero Manus sacó sus tablillas de cera y sus cuñas. Ante San Pedro y Santiago trazó un pez.
Ictus
El pez

Al acabar miró a los dos altos cargos y sólo vio un encogimiento de hombros. ¿Y qué más? parecieron decir. El dibujo no había triunfado, pero Libero Manus no se rindió y comenzó a explicar los aspectos positivos de su propuesta. Una secretaria chismosa nos desvela la intervención del diseñador. Estas fueron, más o menos, sus palabras:
"Es un pez. Un pez hecho con sólo dos trazos. Este gráfico puede ser ser reproducido por cualquier usuario sin importar su grado de experiencia o el cincel usado. Como es sencillo se extenderá fácilmente por todo su mercado sin que se vea alterado por pérdidas de información. Permanecerá siempre igual y, por tanto, todos lo recordarán. Además, ¿cómo se dice pez en griego? ΙΧΘΥΣ. Exacto, Santiago. Pues bien, ahora viene lo mejor de mi propuesta. Santiago, tradúzcame la siguiente frase griega: "ΙΗΣΟΥΣ ΧΡΙΣΤΟΣ ΘΕΟΥ ΥΙΟΣ ΣΩΤΗΡ". Jesucristo, Hijo de Dios, Redentor si mi nivel Alfa de griego certificado por la Academia Atenea no me falla. Bravo. El pez, ictus en latín e ichthys en griego, es un acrónimo de esa frase. Cualquier cristiano podrá recordarla y repetirla. Además, como veo que se mofan y les acollejean un poco, este símbolo les servirá un poco como clave con la que reconocerse entre ustedes sin que el resto de pijos del foro les tilden de cutres, borderlines o freaks. Les aseguro que este acrónimo no será tan famoso como el SPQR romano, pero les garantizo que cumplirá con creces sus expectativas."
Tras la presentación decidieron que el pez sería la imagen corporativa de esa empresa que, pese a las burlas de los pijos del foro y las termas, seguía creciendo y creciendo. Era, por poner un símil, como la implantación del Firefox respecto del Explorer.
Y ahí tenemos a la marca de la Iglesia cristiana dando sus primeros pasos. Delegaciones por la Europa latina, el Asia menor y el norte de África. El pez se extendía por todos los rincones del imperium y cada vez eran más las personas que salían a la calle orgullosas de ser cristianos. La expansión de la compañía era imparable. Patricio en los confines del imperio se encargó de la implantación de la marca en Britania. Cirilo se dedicó en otro momento al crecimiento hacia el este. De Las Casas se fue a eso que llamaron América y un alocado San Javier se marchó por toda el Asia hasta el Japón.
La Iglesia estaba a la cabeza de las marcas más famosas de todo el imperio. El espaldarazo definitivo vendría de la mano de un emperador. En una hábil jugada convencieron al emperador Constantino para que fuese imagen de su empresa. No se sabe cuánto le pagaron, porque esos contratos son confidenciales, pero las lenguas bajas lo estiman en miles de denarios y la concesión de unos terrenos en el Asia menor. En ellos, pese a las protestas de los ecologistas, levantó una ciudad a la que puso su nombre. Constantinopla. El ladrillo, ya se sabe. Poceros los ha habido siempre.
Desde el siglo III la empresa impuso su dominio. La marca cristiana ya era conocida y usada por todos. Atrás quedaban los tiempos de las catacumbas, de las quedadas a la luz de las teas, las mofas y las burlas de los politeístas. Ahora ellos eran el "non plus ultra". Eran la moda. Ellos marcaban tendencia.
Constantino sugirió renovar el pez, pues ya estaba añoso y muy visto. Había que dar a la compañía un toque más actual, acorde con los tiempos expansionistas que vivía el imperio. El pez o ictus dio paso al "crismón" una "ro" con una "ji". El mensaje era mucho más sencillo y directo: "Cristo". Otro acrónimo que corrió como las vías romanas (de aquella no había pólvora) entre los usuarios.
Crismón
Crismón

La inclusión del logo en monedas y estandartes militares contribuyó, sin duda, a la popularización del Crismón.
Esta empresa había nacido como una sociedad de 12, humilde. A base de esfuerzo, trabajo y buenos productos: confesión, redención, paraíso, vida eterna... logró abrirse un hueco en el difícil mercado de las religiones. Su secreto radicó en que consiguieron presentar en un sólo producto lo que otras ofrecían en muchísimos. Vendían la palabra de Dios, bueno, realmente fueron los primeros en regalar el producto. Los beneficios no provenían de la adquisición del mismo, sino de su uso. Si querías poder saltarte algún precepto, pagabas (esto fue eliminado despúes de mucho tiempo por la presión de un grupo antibulas). Si quieres celebrar un sacramento, pagas. Luego, como todo proyecto abierto, se benefició de las donaciones vía cepillo de los usuarios satisfechos con la marca. En el fondo, con muy poco habían hecho mucho. 2000 años de historia de marca.
La iglesia cristiana, sin duda, es la "empresa" que mejor ha manejado todos los recursos a su disposición para crecer y mantenerse. ¿Coca cola? Por Dios. Seamos serios. ;)

Sigo pensando...

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