domingo, febrero 24, 2008

Por amor a Oviedo, no a las torres del vasco

«Amo a Oviedo porque en esta ciudad viví (en la calle San Mateo, en Trascorrales, en la calle Gascona) y pasé los mejores años de mi vida, ahí conocí a algunas de las personas que más quiero y en ella estudié mi carrera e inicié mi vida como investigador. A partir de la estructura y personalidad urbanas de Oviedo aprendí a valorar la ciudad, sobre todo la ciudad europea, culta, armoniosa, equilibrada y orgullosa de sí misma. Si defiendo el paisaje de su centro histórico es porque he sentido muchas veces, como la habrán sentido muchos ovetenses cuando han vuelto a la ciudad tras pasar un tiempo fuera, la alegría de estar en casa al ver imponerse rotunda esa imagen de la Catedral, al aproximarse por la autopista».

Víctor Fernández Salinas

Profesor de Geografía de la Universidad de Sevilla y miembro de Icomos
Fuente: http://www.lne.es/ del 24 de febrero de 2008

Oviedo vive el acoso de los constructores. Soy radical, porque en estos temas o se es tajante o no se es. Oviedo ha crecido de manera poco serena. Se han creado nuevos barrios de la noche a la mañana. La ciudad se llena de pisos vacíos en el centro, edificios, incluso abandonados, mientras el terreno se sigue destrozando en una expansión urbana que concentra la población en la periferia y la hace desplazarse al centro. Un sin sentido y un gasto energético absurdo. Esto es una opinión, no soy urbanista, pero me gusta ver el cielo, me gusta que el sol entre por las calles ovetenses y resalte el color ocre de la piedra de sus edificios.
No quiero las torres de Calatrava cortando el horizonte, por desgracia ya tenemos la de Teatinos para recordarnos lo que nunca más debe hacerse en Oviedo.
Sé que si no defiendo la expansión en horizontal debería aceptar la expansión en vertical. Ya dije que esto era una opinión. Pero Oviedo no debe concentrar la población que pierden las cuencas y otras zonas cercanas. Una región es más pobre cuanto más menguan sus villas y más crece su capital. Es una teoría mía, claro... Pero la riqueza debiera repartirse por todos los núcleos urbanos y no concentrarse en un solo punto. No es lo mismo vivir en el centro de un núcleo urbano que vivir a 30 minutos del mismo. No es la misma vida.
Sigo pensando...

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